domingo, 25 de octubre de 2015

El buen maestro: Compromiso y pasión.

  “¿Qué es ser un buen maestro?” es una pregunta cuya respuesta no es nada fácil. Existen muchos documentos en los que se afirma que el buen maestro simplemente ha de ser capaz de enseñar a sus alumnos, pero ¿cómo debería enseñar un buen maestro? ¿cuáles son las características que debe tener?

Imagen tomada de Verdad y Luz Hoy 
  Un buen maestro tiene que tener como finalidad la de enseñar y para ello tiene que ser una persona comprometida. Ha de comprometerse consigo mismo y con el propio desarrollo personal, es decir, nunca debe dejar de investigar sobre su profesión, de seguir formándose. También tiene que tener un fuerte compromiso con los conocimientos, este compromiso no es solo con los conocimientos de la disciplina, sino que tienen que existir conocimientos sobre cómo enseñar esas disciplinas creando ambientes eficaces de aprendizaje.
    Por otro lado, es importante el compromiso con los estudiantes y con el resto de los profesores, además del compromiso social. El compromiso con los estudiantes tiene que basarse en la capacidad de ponerte a disposición del alumno, de diálogo, de afecto, de empatizar con él; es decir, ha de haber sensibilidad. El compromiso con los otros profesores debe ser tan grande que les permita trabajar en equipo y crear proyectos destinados a guiar a los alumnos para que aprendan. Y para que estos dos compromisos funcionen, el profesor debe estar comprometido socialmente teniendo una mente abierta y gran sensibilidad por los problemas que hay en el mundo.
    Además de estos compromisos, el buen maestro debe ser apasionado. La pasión es esencial para una buena enseñanza ya que genera energía, convicción y el compromiso del que ya hemos hablado. Un buen maestro ha de llevar su entusiasmo a la práctica de una manera inteligente y orientada por unos valores. Este entusiasmo está estrechamente relacionado con la pasión al igual que la preocupación, el compromiso y la esperanza que formarán parte de una enseñanza eficaz.
   La pasión es contagiosa. Un maestro apasionado contagiará a su alumno la pasión haciendo que el alumno se apasione por aprender y viceversa, un alumno al que le apasione aprender le contagiará su pasión al profesor y se establecerá así una relación de enseñanza-aprendizaje exitosa.
    Un maestro apasionado y comprometido será capaz de educar al alumno en emociones a través de un clima positivo, creará empatía, respeto y sabrá sacar de cada alumno su mejor faceta. El maestro tendrá que saber escuchar lo que al alumno le gusta y le apasiona, aunque este no lo exprese con palabras y a partir de ahí lo guiará para que aprenda con motivación y haciendo lo que más le gusta. Un claro ejemplo de que esto funciona nos lo da César Bona cuando nos cuenta una experiencia que tuvo con uno de sus alumnos que repitió curso; César habló con él y averiguó qué era lo que más le gustaba (escribir cuentos) y consiguió que este niño aprendiera mediante la transformación del temario que tenía que aprender en cuentos. El profesor consiguió motivar al alumno porque este hacía algo que le gustaba.
   Es importante, además, conectar las clases pero olvidando lo que el alumno hizo mal el día anterior porque si no se crearán etiquetas sin quererlo. Relacionar todos los contenidos de manera que el alumno pueda encontrarle sentido a ir a la escuela y tenga ganas de aprender, escuchar las propuestas de los alumnos y de otros profesores, relacionar la educación con la familia y el entorno en el que el niño se mueve son  aspectos esenciales.

   Para ser un buen maestro hay que establecer lazos con el entorno, hay que unir todos los elementos que forman la educación de manera en que la coordinación, la motivación, la empatía, el respeto, la investigación, la ilusión y las ganas de enseñar y aprender  sean realidades en las aulas. Así conseguiremos alumnos y profesores felices, apasionados y exitosos.

María Romera. PAE Grupo 7. 2015/16

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